Mi camino musical
Por último, como único contacto en mi infancia con la música coral citaré el pequeño coro local que, acompañado al armonium por Victoria Pérez, cantaba en las misas de algunos domingos y fiestas el repertorio religioso tradicional de la época, en el que figuraba una de las misas de Lorenzo Perosi para las grandes solemnidades.
3. En Villafranca de Navarra (1958-1961)
El Padre Manuel, director del coro
La importancia de la música en el colegio
- En los días festivos era frecuente que sonara música clásica en los recreos como forma de solemnizar el día, reforzando la asociación entre música y fiesta.
Un último dato tiene que ver con cambios introducidos en la celebración de los cumpleaños de los alumnos. La forma tradicional de celebrar los cumpleaños en los seminarios era citar el nombre del afectado en la misa de la mañana para que el resto de alumnos lo tuviera presente en sus oraciones, pero a partir de nuestro segundo año en Villafranca se introdujo en la comida del mediodía un cambio relacionado con la educación musical.La comidas ordinarias tenían lugar en el refectorio guardando los comensales un silencio total, solo roto por la voz del lector desde un púlpito elevado en un lateral. Solo en escasos días festivos se suspendía la lectura y se permitía hablar. Como he dicho, a partir de nuestro segundo año se introdujo un cambio en las comidas los días en que había algún cumpleaños, que consistía en que la lectura habitual se sustituía por la audición de una obra breve o un fragmento de obras más largas de música clásica elegida por el cumpleañero, tras la cual se terminaba la comida permitiéndonos hablar entre nosotros y no en silencio como habitualmente. Este dato, aparte de las positivas implicaciones psicológicas para el cumpleañero, desde el punto de vista musical nos acercó al conocimiento de un repertorio notable de obras y autores en un contexto de alegría y no de imposición.
4. La música en Markina (1963-64) y Vitoria (1964- 67)
Carmelitas de Vitoria
- Las misas y ceremonias en que participaba el coro estaban particularmente concurridas, llenando y desbordando a menudo el aforo de la iglesia.
La vida musical no se limitaba al coro oficial. Su presencia desbordaba el marco del coro y así lo ponen de manifiesto:
5. En Pamplona ( 1968-1973 ). Estudios universitarios
6. En Valderas (León) (1973-1979). Inicio de mi vida laboral como profesor
7. En Vitoria (desde 1979 hasta hoy)
Primer instituto de Vitoria, hoy Parlamento Vasco, e Instituto "Federico Baraibar"
Validación de mis estudios musicales previos
Como actividad musical voluntaria me gustaría citar la organización y celebración de conciertos de alumnos en el propio instituto. Describiré brevemente el contexto de esta actividad: de los casi treinta años como profesor en el Federico Baraibar, los veinte primeros el centro solo impartía clases de Bachillerato y los diez restantes el instituto incorpora alumnos que cursan lo que conocemos como ESO.
Lo diré con un dato biográfico: en mis dos últimos años de docencia me ofrecí voluntario para, intentando aplicar modernas teorías pedagógicas partiendo de las necesidades de los propios alumnos, atender a un grupo especial de alumnos, que con catorce años apenas habían logrado aprender a leer y escribir y las cuatro operaciones aritméticas básicas. En los dos años no conseguí que uno solo de los alumnos al menos un día trajera un lápiz o un cuaderno; en los cursos que estuve con dicho grupo no mostraron ni el mínimo interés por ningún tema que no tuviera que ver con sus “necesidades” inmediatas (mejorar o arreglar su moto, acabar las clases cuanto antes, escuchar rap, jugar o chatear en los ordenadores,…) La pregunta más repetida era por el tiempo que faltaba para terminar la clase y la sugerencia de la administración al describirle mi situación personal de decepción y casi depresión por los resultados fue que me limitara a sobrevivir.
8, En el coro "Claustrum Armonicum"
- búsqueda de la calidad como objetivo prioritario prestando atención a repertorios tanto de la polifónica religiosa como al repertorio profano
- renovar los repertorios con partituras no habituales
- trabajar en proyectos originales y estimulantes
- Concierto monográfico en tierras de Ayala con música coral en torno al vino en una de las Semanas Enológicas anuales. El 2008, invitados por la Coral del Hospital Sant Joan de Déu, dirigida por mi cuñado José Manuel Soler, cantamos el Gloria de Vivaldi y otras obras en el Palau de la Música Catalana
El Claustrum Armonicum en su viaje a Vezelay (Francia)
- En el 2013 ofreció un concierto con el tema “El amor en la música” en la Sala de Cultura del Ayuntamiento de Comillas (Cantabria)
- Ha ofrecido o participado igualmente en conciertos con motivos diversos: 50 aniversario de la Parroquia de los Desamparados (obras marianas), feria del Ardo Araba (repertorio báquico), pregón de las Fiestas de la Blanca, etc…
Fotografías de algunos conciertos; el de la derecha en el Teatro Principal
Esther Unceta abandona el coro
¿Cuáles fueron en mi interpretación las causas de su abandono del coro? Yo apuntaría dos:
El "Claustrum Armonicum" el día del concierto de Salazar en Tuesta
Dos años después del parón por el coronavirus, en enero del 2022 reanudamos los ensayos volviendo a preparar el proyecto abandonado a primeros del 2020, si bien es verdad que con una asistencia muy mermada de coralistas. Yo, que no falté a ninguno de los ensayos de ese semestre, puedo certificar que de los aproximadamente treinta miembros del coro hubo varios días que no llegamos a quince coralistas presentes y que el día con más asistentes del semestre nos juntamos exactamente dieciocho coralistas.
Anoto este dato porque contribuyó al clima de desánimo continuado que me llevó a tomar la decisión de abandonar el coro que había fundado hacía veintidós años con Esther Unceta, aunque evidentemente no fue el único ni mucho menos el más decisivo factor de mi decisión.
La razón fundamental es que en los últimos años, casi coincidiendo en su origen con la salida de Esther Unceta, mi relación personal con nuestro director se fue enfriando y distanciando, sin que, pese a haberlo intentado, haya llegado a saber nunca las razones de nuestro distanciamiento.
De este momento hice una primera redacción que estuvo disponible en esta página unas dos semanas, que recogía una prolija enumeración de datos del desencuentro, de mis aportaciones al coro y de mis sentimientos en este momento. Por el eco que tuvieron en algunos buenos amigos no coralistas, cuyos comentarios me hicieron ver que por la redacción se notaba que todavía estaban sin cicatrizar algunas heridas, llegué a la conclusión de que la redacción no cumplía exactamente el objetivo que buscaba, ya que, si bien el momento de la ruptura fue para mí un momento amargo y doloroso, esos sentimientos formaban parte de mi pasado, pero ya no tenían en el momento actual la intensidad o virulencia con que mis amigos la percibían.
Por ello me pareció oportuno modificar la redacción antigua y sustituirla con estos nuevos párrafos, en lo que trataré de exponer los datos que me llevaron a tomar la decisión de abandonar el coro.
Es verdad que la actividad del coro estuvo suspendida casi dos años por la pandemia y que la vuelta a los ensayos estuvo lastrada por la falta sistemática de casi la mitad de los coralistas, pero el proceso de distanciamiento personal con Xabi Sarasua arranca de al menos dos o tres años antes.
Ya he comentado que nuestras diferencias manifiestas en la concepción de planificación y trabajo del coro no habían sido incompatibles durante años con un trabajo común efectivo, pero a partir de los últimos conciertos de “La música de García de Salazar” y el del “Paseo musical por el Museo”, nuestros silencios fueron cada vez más largos y la comunicación más escasa. Chocaron mi entusiasmo con sus discretos silencios, mi disposición favorable a atender las sugerencias del Departamento de Cultura de repetir ambos conciertos con sus evasivas propuestas, por no hablar de la soledad e incomunicación en la preparación de los mismos, en la que cada uno de nosotros cumplió con sus funciones sin comunicación alguna entre nosotros sobre ambos proyectos, …
Por otra parte en este contexto se hicieron innecesarias reuniones conjuntas, ni una sola palabra sobre proyectos futuros, nada sobre propuestas comunes de repertorios, … Progresivamente y, como parecía previsible, las funciones que yo cumplía en el coro se fueron diluyendo y difuminando hasta desaparecer. Ni una sola reunión, ni un intercambio o comentario sobre partituras, proyectos posibles, ensayos o compromisos del coro, y hasta me vi privado sin recibir la mínima explicación de la edición de partituras, que había sido mi trabajo más específico en el coro durante años.
Mi último intento por recuperar el clima anterior, proponiendo posibles proyectos futuros (además del genérico y ya descrito “La música en su espacio”, o el sistemáticamente pospuesto durante una década de “Música coral de mujeres compositoras” junto a otros nuevos como “Música, plantas y flores” para cantarlo en las actividades del Monasterio de Santa Catalina o “Músicos alaveses en el Archivo de Arantzazu”,…) y sugiriendo la conveniencia de una reunión mensual, solo merecieron una vez más los comentarios habituales de “ ya iremos viendo ”, “ ya nos reuniremos cuando lo veamos conveniente ”, …
Mi sensaciones de cansancio y agotamiento me llevaron a callar. A veces le di vueltas a la idea de proponer una “asamblea” en la que debatir estos temas, pero ni me pareció una idea oportuna ni me sentía con fuerzas. Por ello, en vísperas de cumplir 76 años, ante el riesgo de convertirme en un viejo cascarrabias privado de sus funciones, no sin una dosis de sufrimiento que quizá muchos ni sospechan, tomé la decisión de tirar la toalla y abandonar en junio de 2022 el coro que habíamos fundado Esther Unceta y yo en el ya lejano año 2000.
Bajo ningún concepto quisiera que de la lectura de estos párrafos se concluyera que mi objetivo es culpabilizar a Xabi de esta situación. Seguro que su visión e interpretación discrepa abiertamente de la mía.
Hace ya tiempo aprendí en mi trabajo como profesor que para resolver conflictos es mucho más eficaz buscar las causas que las culpas. Y éste es el marco de mis reflexiones.
Seguramente nuestras discrepancias no son hoy mayores que cuando empezamos el proyecto, pero probablemente el tiempo, como en tantas relaciones humanas, ha ido minando la situación y la ilusión inicial se difuminó hasta desvanecer el proyecto inicialmente compartido.
A mí me resulta muy difícil buscar las causas de esta situación porque en veinticinco años que nos conocemos no solo no ha habido entre nosotros un solo episodio de enfrentamiento, palabras altisonantes o gestos impertinentes, sino que, coincidiendo ambos en nuestra disposición dialogante, ser escasamente autoritarios y tener un talante propicio a resolver los problemas alejado de polémicas innecesarias, nuestra relación nos ha permitido durante años una coincidencia mutua en repertorios, gustos y vivencias musicales.
Y se me hace aún más difícil entender esta situación porque entiendo que el silencio elegido por Xabi como estrategia no solo no nos ayuda a aclarar el tema, sino que crea una nebulosa de posible difusa culpabilidad que, si yo no la busco en él, tampoco la acepto en mí. Me hubiera gustado escuchar su interpretación de esta situación, pero no ha sido así y lo lamento.
Quizá las aguas vuelvan alguna vez a su cauce y no seré yo el que levante presas a su paso, pero mientras tanto no me interesa una relación asentada sobre un horizonte de silencios. Dicho esto, no pretendo polémicas. Discrepo de su estrategia de silencio, pero es su opción y no solo se la respeto, sino que le deseo lo mejor en su nuevos proyectos con el coro.
Del coro como grupo me costó mucho despedirme porque formar un coro fue y es una de las decisiones de mi vida de las que me siento más orgulloso y porque el coro ha supuesto mucho en mi vida.
Mi despedida fue un largo y sincero mensaje del que no reproduzco los datos porque serían una reiteración de lo dicho en párrafos y páginas anteriores. Solo acentuaré la idea de que en ningún caso me voy para hacerle daño, sino para evitar que mi situación de desánimo interfiriera negativamente en el mismo. Ya he comentado que deseché realizar una asamblea porque entendía que, de celebrarse, el coro podría salir más perjudicado que beneficiado, razón por la que opté por mi salida para evitar que mi desánimo y situación negativa personal se contagiaran y transmitieran al coro. Por otra parte, entendí que a mi edad y en mi situación de cansancio y agotamiento ya no tenía fuerzas para un nuevo proyecto y preferí encaminar mi recorrido musical por otros senderos.
Al coro se lo dije utilizando el texto y metáfora de una de las más bellas canciones vascas que conozco, “Hegoak” de Mikel Laboa, que tantas veces habíamos cantado juntos: “ podría haberme quedado en la jaula, pero el precio era quedarme sin alas, …, y yo quería ser pájaro” .
Me interesaban en ese momento los sentimientos de gratitud por todo lo que del coro había recibido, por el buen concepto general que el coro tenía de mí, a juzgar por mis vivencias, confirmadas con el dato objetivo del texto del regalo que me hizo en el Parador de León, en el que el coro me definía como un trabajador incansable y una persona amable, cariñosa e ilusionada , siempre dispuesto a ayudar.
Había igualmente en mi despedida una referencia a los muchos momentos de gran intensidad emocional vividos, como las lloradas pérdidas de Rosa, Alicia y Kronos, y sobre todo a nuestra sintonía y buen rollo articulados en torno a las numerosas experiencias musicales compartidas en ensayos, encuentros y conciertos inolvidables.
Es verdad -y así constaba en la redacción anterior- que mis sentimientos en ese momento no fueron todo lo positivos que yo esperaba. Los resumiré en dos párrafos.
Me sorprendió negativamente en primer lugar que, tras veinte años de dedicación exclusiva al servicio del coro, apenas un tercio del coro me enviara un elemental mensaje de agradecimiento por lo mucho o poco que he aportado al coro y de buenos deseos para mi nueva coyuntura. Es verdad que las llamadas y mensajes recibidos rezumaban un cariño que nunca agradeceré lo suficiente, pero también es verdad que hubo silencios que me dolieron.
Y en segundo lugar, esperaba no un homenaje, pero sí una mínima despedida, que yo imaginaba invitándome a uno de los primeros ensayos tras el verano o quizá a la primera de las cenas del siguiente trimestre y allí darme las gracias, deseándome suerte y regalándome, por ejemplo, el libro con las magníficas y cariñosas caricaturas realizadas por Mila para cada cumpleaños durante la pandemia, libro por el que en su día expresé mi interés, pero que nunca he recibido. De hecho, para evitar que, si se producía una despedida, me traicionaran las emociones, escribí una tarde el borrador de unas líneas de agradecimiento, sentimiento que nunca tuve oportunidad de manifestar.
No pretendo buscar manos oscuras, pero sí confesar que no esperaba eso de un coro que en ocasiones anteriores me había sorprendido con su generosidad como cuando en el Parador de León nos dejó sin habla con el regalo inesperado de un viaje a Milán o cuando en 2017 celebramos una comida en la sidrería de Mendiola y algunos salimos de la misma con una tableta de las grandes en nuestras manos y un punto de humedad en nuestros ojos.
Año y medio después de mi salida mi sentimiento se ha atenuado. Seguramente los años de la pandemia, la asistencia de coralistas tan escasa durante la reanudación de los ensayos y la ausencia de actos comunes (ensayos, conciertos, comidas, salidas, …) explique en gran parte que mi abandono no fuera vivido por el coro con la intensidad con que yo la viví y las expectativas que yo me había forjado.
En todo caso, no he escrito los párrafos anteriores para recriminar o exigir nada al coro. De igual manera que no creo que el coro tenga queja ninguna de mí, al coro le estaré siempre agradecido y desde aquí le deseo lo mejor.
Si figuran estos sentimientos es porque personalmente tenía necesidad de sacarlos para poderme liberarme de ellos y superar esta etapa.
Casualmente por esas fechas había terminado yo la lectura del libro “La bailarina de Auschwitz” de Edith Eger, una joven judía húngara que, detenida por los nazis en 1944 y tras sufrir cómo, mientras caminaba en fila agarrada de la mano de su madre, separaban a ésta por la fuerza y la introducían en las cámaras de gas del campo de Auschwitz, sobrevivió actuando como bailarina para los nazis hasta su liberación. Apasionada de la danza, inmigrante en Estados Unidos, en la década de los 70 empieza estudios de Psicología y se especializa en tratamientos postraumáticos, trabajando con veteranos de guerra, mujeres maltratadas y otros casos similares intentando ayudarles a encontrar una salida.
El libro me resultó útil y sin duda el espíritu y el texto de algunos de sus diagnósticos, consejos y reglas me servirán de hilo conductor en los párrafos que siguen.
Una de sus máximas habla de que “ reprimir los sentimientos solo provoca que sea más difícil liberarse de los mismos ”.
Así quisiera que se entendiera los párrafos anteriores, en los que la manifestación de mis vivencias y sentimientos agridulces o más negativos de mi despedida no pretenden polémicas de ningún tipo o echar en cara nada a nadie, ni a Xabi ni mucho menos al coro, sino liberarme de los mismos y pasar a otra etapa en mi vida. Mis disculpas si alguno lo percibe así, pero estoy describiendo “mi camino musical” y también mis sentimientos de ese momento formaron parte del mismo y quiero liberarme de los mismos verbalizándolos.
No voy a convertir estas vivencias en rencor ni en victimismo. Repito que al coro siempre le estaré agradecido y que le deseo lo mejor. Un episodio concreto, quizá un malentendido, no me va a llevar a eclipsar una vida de excelente relación.
A veces estas experiencias nos sirven para suministrarnos una nueva perspectiva que nos ayude a colocarnos correctamente ante nuevas situaciones.
Dice el refrán que “el tiempo todo lo cura” y, como casi todos los refranes, quizá éste tenga alguna dosis de verdad, pero yo tengo la convicción personal que lo que realmente cura es lo que tú hagas con el tiempo.
Llegado hasta aquí, mi decisión es que mi tiempo en el Claustrum ya pasó. Mi tiempo ahora me ofrece nuevos desafíos y proyectos y mi decisión es abordarlos con serenidad y eficacia.
Con palabras de la citada Edith Eger, ante estos nuevos retos decidí no permanecer pasivo, permitiendo que otros decidieran por mí; tampoco quise ser agresivo con los otros, sugiriendo o decidiendo lo que el Claustrum debe hacer; simplemente tomé la decisión de ser asertivo, tomando por mí mismo las decisiones que entendía más oportunas para mí en este momento.
No quiero que la despedida contamine mi pasado y que mi futuro se construya sobre una actitud victimista hurgando en las recientes cicatrices.
Intentaré construir y enriquecer mi presente dedicando mi tiempo a satisfacer mis inquietudes musicales en otros ámbitos, fundamentalmente en la búsqueda de partituras inéditas en archivos, la transcripción moderna de las más interesantes y su gestión en esta página web,… actividades todas ellas relacionadas con mi pasión por la música, que puedo controlar personalmente sin interferencias de terceros.
Este trabajo ya ha ocupado parte de mi vida y a él le dedicaré el siguiente y último apartado de este recorrido por mi vida musical.
9. Investigación en archivos. Transcripciones
En este proceso de autoconocimiento no me parece mala opción fiarse de los clásicos, apelar a la historia, aprender de las experiencias previas, no solo -como suele repetirse- para evitar caer en los mismos errores, sino porque de alguna secreta manera en la evolución cultural humana el pasado contiene larvadamente el futuro. En el mundo de la física, un terremoto por ejemplo, puede explicarse sin apelar a terremotos anteriores y el esquema de la explicación de todos los terremotos puede ser muy similar para terremotos antiguos y modernos, pero en el terreno de la cultura, el pasado late y condiciona las posibilidades del presente y difícilmente se puede explicar o entender un momento histórico sin los precedentes.
Miniaturas de antiguos copistas y fragmento de partitura de Ortíz de Landazuri (Archivo Diocesano de Vitoria-Gasteiz)
- por la naturaleza misma del trabajo que no permite precipitaciones ni prisas y
- porque hace año y medio pasé a colaborar en el Archivo de Música de la Diócesis de Vitoria-Gasteiz y este dato, al que me referiré en el próximo y último apartado de este recorrido, me ha obligado a hacer un parón o ralentizar mi dedicación a la transcripción de otras obras.
- los originales más antiguos de la antigua Colegiata, fundamentalmente de música coral en formato de partituras manuscritas
- cantorales antiguos varios, Liber Usualis, fondos de antiguos conventos u otros archivos menores
- biblioteca de tema musical (no partituras)
- donaciones varias de particulares
- la informatización de los fondos existentes, eliminando duplicidades en ubicaciones distintas,
- la digitalización de las partituras manuscritas originales
Quedan como tareas para una segunda fase:
- la transcripción de las partituras más significativas o importantes
- la deseable confección de un posible catálogo general o catálogos parciales de algunos fondos
- decidir qué se hace con la música no coral (¿se informatizan los fondos de música no coral existentes, eliminando duplicidades en ubicaciones distintas?)