Mi rincón de pensar 


 

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Más de 40 años dedicados al estudio y la enseñanza de la filosofía; decenas -por no decir cientos- de libros leídos; horas sin cuento reflexionando sobre pedagogía, filosofía, problemas sociales, cultura en general; miles de horas de clase sembrando preguntas, en la creencia de que éstas iluminan más que las respuestas, han dejado en mi un cierto hábito de abordar, intentado hacerlo desde un cierto rigor y con espíritu crítico, desde los problemas cotidianos que recoge la prensa o los telediarios hasta las más sesudas preguntas que se plantean algunos filósofos.

Esta sección está todavía en proyecto. Ni tengo definidos los apartados en que lo voy a organizar (los títulos que figuran pueden ser provisionales) ni redactado ningún material. Tampoco es previsible que lo haga en breve. Lo iré definiendo al compás y ritmo de su desarrollo, “haciendo proyecto al andar”.

En medio de estas brumas solo algunos puntos u objetivos tienen una vaga definición en mi cabeza. Los expongo resumidos a continuación:

  • de momento y como ya he dicho más arriba es previsible que en esta fase inicial de puesta en marcha de la web esta sección permanezca unos meses "en modo de espera" hasta que la organización del resto de la web (edición de las partituras, creación de enlaces, …) me permita dedicarle el tiempo y el clima que sus objetivos exigen
  • Entre los temas que supongo aparecerán habrá desde recuerdos y experiencias personales con o sin moraleja, reflexiones sobre cultura, política, vida social, música, arte, política, concepción de la vida, lecturas, libros, …
  • El objetivo o motivación no es convertir este apartado en lugar de polémicas o de proselitismo de ningún tipo. No pretendo fines pedagógicos, convencer a nadie de nada, ni establecer debates o controversias de ningún tipo. Mi lema es que las ideas se exponen, no se imponen y que, una vez expuestas, se dialoga sobre ellas.
  • A menudo serán tan solo una forma de exigirme a mí mismo claridad y orden en mi pensamiento sin otros objetivos añadidos.

Según cuentan, cuando en 1813 regresó de su exilio el monarca español Fernando VII, el rector de la Universidad Complutense (Alcalá de Henares) terminó su discurso de bienvenida prometiéndole: “Nada más lejos de nuestra intención, majestad, que la "funesta manía de pensar”. Como no puedo menos que estar en desacuerdo con este objetivo, en esta sección la "manía de pensar" será un objetivo buscado.

Me gustaría que, en lenguaje machadiano, mi cabeza y la de mis lectores se contaran entre las que piensan y no entre las que embisten, capaces todos de enfocar los problemas y discutir desde la libertad, seguramente con más dudas que certezas, sin que, si se producen discrepancias o debates, perdamos de vista el buen tono e incluso el humor que todo lo atempera, en la creencia de que disentir o mostrar discrepancias debería servirnos para entender puntos de vista ajenos y revisar el nuestro propio.

En absoluto pretendo convertir este espacio en foro de discusión constante y mucho menos en un sustituto de las redes sociales o en un remedo de la vida política, espacios ambos que me producen de entrada una declarada incomodidad, pues la mayoría de sus protagonistas parecen partir de la posesión de verdades absolutas y más interesados en vencer que en convencer con argumentos a sus aparentes oponentes, tratados sistemáticamente como ignorantes o enemigos.

Me gustaría, por el contrario, que predominaran los argumentos, la búsqueda de la verdad, la corrección y revisión de errores,… y, si hay discrepancia, tampoco es un problema tan grave. Cuanto mayor me voy haciendo, más alejado me siento de lemas y consignas y menos me cuesta entender y respetar reflexiones ajenas divergentes de las mías, si están hechas no desde la sumisa aceptación de los principios de un grupo, secta o partido, sino desde la libre reflexión personal. No tengamos miedo a pensar, atrevámonos a soñar.

En mis últimos años de docencia me recordaban estas ideas algunas viñetas del inigualable Forges que durante años estuvieron clavadas en el corcho de mi mesa de trabajo.

 

Recuerdos con moraleja

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